jueves, 11 de septiembre de 2014

Que farías tí polo teu fillo, foras ou non testemuña de Xehová?

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Que farías tí polo teu fillo, foras ou non testemuña de Xehová?

El delito periodístico de ser testigo de Jehová

6 septiembre 2014
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Imagina que abres las páginas del periódico y te encuentras con un titular como éste: “Imputado un directivo de banca católico por blanqueo de dinero”. Imagina que, además, en la noticia no se dé ninguna explicación de qué papel juega la religión en el delito con el que se le relaciona. Chocante, ¿no? Afortunadamente, no es un titular auténtico. Este otro sí lo fue: “Localizado en Málaga el niño raptado del hospital por sus padres”. Nada raro, pero atentos al subtítulo: “Los padres, testigos de Jehová, fueron arrestados en Vélez Málaga”. Y en la noticia, publicada en ABC el pasado 31 de agosto, no hay ni una sola mención a qué papel juega la creencia de los detenidos en este asunto. Debe de ser que ser seguidor de esta creencia es lo que explica una actividad ilícita, ¿o no?
Ashya King y su madre, en una foto en ABC
Noticia en ABC el pasado 31 de agosto. Atención a la entradilla
La historia ya la conocemos. Un matrimonio británico se lleva de un hospital de Southampton a su hijo de 5 años, en tratamiento por un tumor cerebral, sin el consentimiento de los médicos. Su intención es someterlo en la República Checa a un tratamiento distinto al que se le iba a dar en su país. Tras la orden de busca y captura de Interpol, se encuentra a la familia en España, se detiene a los padres (posteriormente puestos en libertad) y se ingresa al pequeño en un hospital de Málaga. Todos los medios nacionales informaron con detalle de los hechos, y la gran mayoría no olvidó poner la coletilla “testigos de Jehová” a los padres. Pocos, muy pocos periodistas optaron por no hacerlo o, en todo caso, por justificar qué tenía que ver la religión en este asunto.
Pongamos sólo dos ejemplos. El País informó del incidente durante 2 días en la sección de España. La periodista Esperanza Codina no olvidó recordar, en sendas noticias, la filiación religiosa, sin justificarla. Al tercer día, le dio el relevo, desde Sociedad, Fernando Pérez. Éste sólo mencionó la creencia de los padres al citar declaraciones de su abogado, quien negaba que ser testigos de Jehová tuviera nada que ver con la decisión de sacar al niño del hospital en el que estaba ingresado. En ABC, Ana Mellado, desde Londres, no dudó en destacar en el subtítulo la cuestión religiosa en la primera noticia publicada por el diario, pero la pasó por alto en la segunda. Tal vez alguien se dio cuenta del detalle.
En La Razón, sin embargo, Belén Tobalina hacía algo diferente: justificar el papel de la religión. El 1 de septiembre firmaba un reportaje con un titular muy claro: “En busca de un tratamiento sin trasfusión”. Ahí tendríamos la conexión: en el rechazo de los testigos de Jehová a las transfusiones por motivos religiosos y no científicos. Y aún así, volvemos a encontrarnos con un detalle extraño. En un destacado, se explica: “Justifican su fuga para tratarle con protonterapia, con menor probabilidad de transfusión de sangre”. Curiosamente, en el texto no se cita a ningún familiar que diga tal cosa. Es más: el hermano mayor de Aysha descartó que ése fuera el motivo para llevarse a su hermano a España, sino el deseo de someter al niño a una terapia supuestamente menos agresiva. Entonces, ¿quién “justificó” la fuga con ese argumento? Nadie lo sabe.
Lo grave no es que alguien mencionara a los testigos de Jehová en un primer momento y los demás usaran el dato como burros tras una zanahoria. Tampoco lo es que, en la mayoría de los casos, no se justificara la mención y luego se obviara, como si fueran otros los que hubieran sacado el tema a colación. Incluso evitaré llamar la atención más de la cuenta al hecho de poner en boca de los familiares palabras que no han dicho (que tiene lo suyo). Lo sorprendente es que casi nadie, salvo mínimas excepciones, le haya dado la menor importancia a un detalle básico en el desempeño del periodismo: justificar el uso de datos para construir la noticia. Sobre todo, si son de carácter personal. Capítulo aparte merece publicar fotos del niño sin la cara pixelada, sobre todo cuando ya lo había localizado la Policía. Incluso con el consentimiento de los padres, la legislación pone por delante el interés del menor, como recogía hace varios años un artículo que trataba el tema en El País.
Si alguien quiere un ejemplo de cómo los prejuicios mediatizan nuestras opiniones y del nivel en que se encuentra el periodismo en España, aquí lo tiene.